"Había una vez un pueblo que vivía feliz, con cosechas abundantes y una vida pacífica. Un día llegó el hombre blanco, ellos pensaron que habían llegado dioses, pero estos dioses trajeron destrucción, desolación, saqueos y violaciones. Exterminaron al pueblo entero aunque uno de ellos logró huir a una isla en medio de un lago con el tesoro más preciado y más buscado por el hombre blanco. Lo escondió en un lugar donde nadie pudiera encontrarlo, pero el hombre blanco que era muy inteligente le encontró, y le torturó salvajemente para que revelara donde lo había escondido. Él no reveló el secreto, y quedó moribundo después de días de torturas. En este estado se le apareció el Dios del Sol (Tata Inti) para agradecerle que no hubiera revelado el secreto del tesoro y le dijo que le concedería un deseo. Él pidió exterminar al hombre blanco, pero el Dios le dijo que eso no podía concedérselo, ya que el hombre blanco tenía un Dios más poderoso que él. A los pocos días el hombre moribundo encontró otros sobrevivientes de su pueblo, pero él ya estaba a punto de morir debido a las torturas sufridas. Se le volvío a aparecer el Tata Inti y le preguntó si había pensado qué deseo pedir. Este contestó que quería que su pueblo pudiera vivir dignamente. El Dios entonces le contestó: "a partir de ahora van a venir épocas de sufrimiento, de mucho trabajo y esclavitud para tu pueblo. ¿Ven esa plantita de ahí? Cuidenla y haganla crecer, extraigan sus hojas y el jugo de ellas, con ellas podrán sobrellevar mejor las largas jornadas de trabajo. Les proporcionará consuelo y momentos de alegría y distensión aún debiendo soportar opresión y esclavitud. Esas hojas os darán fuerza para soportar la vida de oscuridad y terror. Y como último mensaje les diré que lo que será una bendición para tu pueblo será la perdición y la degeneración para el hombre blanco." El hombre transmitió lo que le había dicho el Dios a sus hermanos pero murió a los pocos días."
Esta leyenda está ambientada en la Isla del Sol (Lago Titicaca) y me fue contada por Hernan (descendiente del pueblo quechua), mi guía durante dos días en San Pedro de Atacama, en el Valle de la Muerte y a la hora del atardecer, mientras Ricardo (descendiente del pueblo atacameño o likan-antai, que antiguamente hablaban kunza, una lengua que quedó extinguida debido a la opresión española) realizaba una ofrenda a la Pachamama (la Madre Tierra). Aunque según datos históricos la hoja de coca ya se usaba antes de la ocupación española me pareció una leyenda muy bonita cuando nos la explicó Hernan, así que la transcribo tal cual la contó. Además nos explicó cómo su padre trabajó durante 16 años en las minas de potosí con jornadas de trabajo de 16 horas, o cómo él mismo tenia que levantarse a las 4 de la madrugada cuando era pequeño para ir a trabajar durante todo el día a las plantaciones de quinua (en Uyuni) y volver al atardecer cargado de leña. Todo esto es más llevadero gracias a la hoja de coca... Uno de los mensajes más leídos por Bolivia: "La hoja de coca no es droga".
Buenos días,
ResponderEliminarNos ponemos en contacto con usted por el motivo de solicitarle un favor. Estamos montando un libro relacionado con un proyecto sobre el agua, amigos de los ríos, en el que hablamos de mitos y leyendas relacionadas con el agua. Nos hemos topado con esta imagen y queríamos saber si fuera posible que usted nos diera el permiso para poder reproducirla en dicho libro. Si usted nos diera el beneplácito, nosotros indicaríamos, obviamente, su donación y la persona que nos lo facilitó.
Sin más, esperamos su pronta contestación.
Reciba un cordial saludo,
Lidia Antón Toledo
desde www.sepinum.com (lanton@sepinum.com)